domingo, 27 de enero de 2008

Temas

Sí, claro que podemos debatir sobre el Mandato 002, aunque no corresponda estrictamente a lo que debe hacer la Asamblea. Pero, ya que está reemplazando al Congreso, habrá que analizar también este tipo de cosas.

Creo que, como siempre ocurre, este instrumento jurídico (que en el fondo equivale a una ley orgánica, y no entiendo por qué no la llaman así) tiene aspectos positivos y negativos. Sobre los primeros, me parece acertado ponerle un techo a la remuneración en el sector público y también limitar el monto de las indemnizaciones. Al fin y al cabo, todos somos los empleadores de los funcionarios y tenemos derecho a que se cuiden nuestros recursos.

Sobre los aspectos negativos, es poco lo que se puede añadir a lo que han dicho algunas voces especializadas, especialmente acerca de la no inclusión de la fuerza pública y el olvido de los contratos colectivos (que al parecer llevará a una reforma en los próximos días, ya que así lo ha decidido el presidente de la República).

Pero aparte de estos dos aspectos, me parece que hay otro que no se ha tocado y que tiene mucha importancia. Me refiero, al efecto que puede tener un techo único o general para todas las remuneraciones del sector público, cuando hay actividades que demandan mayores niveles de calificación y de experiencia. Es verdad que se ha dejado espacio para algunas salvedades, pero su definición final dependerá del reglamento, es decir, de algo que puede cambiar con el humor de los mandatarios de turno.

Creo que esto debió ser parte de la ley (del mandato), bajo la forma de una escala de remuneraciones claramente establecida. De esa manera, se habría hecho justicia en todos los sentidos y se habría impedido que en cualquier momento se cambie el espíritu del propio mandato cuando algún gobierno introduzca remuneraciones más altas por medio de sencillos cambios en el reglamento.

Creo que el apuro fue nuevamente el consejero y, de lo que hemos visto hasta ahora, parece que no es el mejor personaje para desempeñar esa función.

sábado, 19 de enero de 2008

Silencio

¿Se han dado cuenta del silencio que ronda por estos lados?

Todos -ustedes y yo- nos hemos quedado callados desde hace varios días. Puede ser cansancio, desidia, hartazgo o cualquier otra cosa.

Yo prefiero pensar que, dado que este blog trata de ponerle ojo-a-la-asamblea, y ésta nos ha dado pocos motivos para hablar, hemos optado por mantener un cuidadoso silencio.

Por mi parte no creo que la Asamblea no nos ha dado motivos para romper el silencio. No sé si ustedes comparten esta percepción, pero esta ausencia colectiva de palabras dice mucho del trabajo constituyente.

Va un mes de trabajo y no tenemos sobre qué comentar.

domingo, 6 de enero de 2008

La Asamblea itinerante

Desde esta semana se iniciarán los viajes de los asambleístas, programados para recoger las opiniones de la población. Me pregunto -y les pregunto- si tiene sentido hacerlo, y la única respuesta que encuentro es que depende del tipo de constitución que se quiera elaborar y de la función que quiera desempeñar la Asamblea.

Si se quiere hacer una constitución que establezca claramente derechos, garantías y libertades de las personas y que defina con precisión la organización del Estado, no sería necesario ningún viaje, porque esos aspectos no dependen de las demandas populares o por lo menos no se derivan directamente de ellas.

Por el contrario, si se quiere tener una constitución que se adentre en el terreno de las políticas públicas y que por tanto recoja allí todas las demandas inmediatas de la población, entonces tendrían sentido los viajes.

Así mismo, tendrían sentido si la función fundamental de los asambleístas sería la de legislar y no la de elaborar el texto constitucional.

Es obvio que estamos frente a un problema de decisiones y de definición de prioridades. Me temo que la mayoría ya ha tomado la decisión y que veremos como lo más normal que salgan a buscar insumos para la constitución allí en donde van a encontrar requerimientos de obra pública, de empleo y de servicios.