martes, 27 de enero de 2009

Elecciones primarias

¿Habrá sido ingenuidad o es que se le fue de las manos? Hacer unas elecciones primarias abiertas (donde puede votar todo el mundo, o sea todos los ecuatorianos empadronados), en las condiciones que las hicieron, suena a suicidio.

La elección primaria o interna es una de las formas de selección democrática de candidatos, y por eso deben ser apoyadas y aplaudidas. Pero, para tener buenos resultados y para fortalecer a la democracia, hay que saber cómo y cuándo hacerlas.

Con respecto a cómo hacerlas, hay que destacar dos modalidades: cerradas y abiertas. En la primera solamente votan los afiliados, mientras que en la segunda pueden hacerlo todos los electores del país (o del ámbito territorial que se trate). Cada una de ellas tiene ventajas y desventajas que no cabe describir ni analizar aquí. Veamos solamente qué podía pasar con las abiertas, que fueron las escogidas, y después veamos lo qué paso.

Para las abiertas se requiere una organización especializada que se haga cargo de todo el proceso. Por ello generalmente se deja en manos de los tribunales electorales o de las instituciones que cumplen esa función. Son quienes tienen el padrón, los medios para hacerlo y el personal técnico para manejar un proceso que es similar al de cualquier elección general. Si están abiertas para todos los electores, se debe prever la posibilidad de que todos ellos acudan a votar, y eso es algo que muy raras veces puede hacer un partido por sí solo.

Con respecto a cuándo hacerlas, existen también dos posibilidades: cada partido por su lado o todos ellos el mismo día. Lo más conveniente es que se hagan simultáneamente en todos los partidos (y movimientos políticos) y con la restricción de que cada persona pueda votar por un sólo partido para evitar que los opositores envíen a su gente a votar por los más malos del partido contrario. Por ejemplo, a los del partido X les convendrá que el partido Y llegue con sus peores candidatos a la elección general, de manera que hará que sus propios militantes (del partido Y) voten por las personas que en el X aparecen con menores opciones para la elección en que se enfrenten ambos. Para evitar eso, y para que sean los militantes de un partido los que decidan quiénes será sus candidatos, se las hace simultáneas y con un solo voto por persona o simplemente se las hace cerradas.

Por último, las elecciones abiertas de un solo partido tienen el riesgo de que se acerque a votar solamente un número muy pequeño de personas. Esto sería una muestra de debilidad o de baja capacidad de convocatoria, todo lo cual no es buen síntoma en la política.

Todo eso lo sabe cualquier estudiante que ha pasado por un curso elemental de sistemas electorales. Pero eso es lo que no supieron -o lo que olvidaron- los dirigentes que se empeñaron en hacer estas elecciones abiertas en el Movimiento País.

Por ello, pasó lo que tenía que pasar. El proceso fue muy mal manejado, lleno de errores y de irregularidades, lo que se habría podido evitar con una institución especializada. La ausencia de un padrón de afiliados (¿lo tendrá el Movimiento País?) obligó a hacerlas abiertas, con lo que cayeron precisamente en el último problema señalado, esto es, en la baja convocatoria. Hasta el momento no se ha hecho público el número de votantes, pero por lo que se conoce se puede afirmar que fue muy bajo (¿Se habrá superado el 1% del padrón? ¿Se logrará llegar por lo menos al 5%?).

A esto habría que añadir que las elecciones no se realizaron en todas las provincias y para todos los cargos. Por ejemplo, las listas de candidatos a asambleístas nacionales las definió el buró político, lo mismo que la candidatura a la prefectura de Guayas. En otros casos, como Tungurahua, utilizaron la modalidad que tanto se criticó a los viejos partidos (la tan odiada partidocracia) de ponerse de acuerdo sin elección ni nada parecido.

Todo esto perjudica a esta organización política pero también es un resultado negativo para la democracia ecuatoriana.

miércoles, 7 de enero de 2009

Constitución nueva, ¿vida nueva?

Hola, nuevamente. En un principio creí conveniente tomar al pie de la letra el nombre de este blog y darlo por terminado junto a la Asamblea. Sin embargo, me parece que hay muchos temas sobre los que podemos seguir conversando, así que les sugiero mantenernos en contacto.

Como dice uno de los lectores, ahora que tenemos nueva Constitución hay que ceñirse a ella. A mí personalmente no me gusta, la encuentro llena de defectos en muchos aspectos, pero fue aprobada mayoritariamente y con todas las de ley, por tanto debemos acatarla (y cumplirla, para no volver a esa herencia colonial del "se acata pero no se cumple"). Obviamente eso no impide que critiquemos lo que está mal y que sigamos señalando sus errores, porque siempre queda la esperanza de que algo se pueda reformar y, además, porque no hemos perdido el derecho a disentir.

Pero, me parece que lo más importante en este momento es exigir su cumplimiento. Si esta Constitución expresa simbólicamente el inicio de un nuevo período para el país, entonces exijamos que eso sea así. El problema es que en el corto tiempo que lleva en vigencia ya han hecho con ella lo que han querido, y eso -por lo menos para mí- tiene demasiado sabor y olor a la vieja política, a los viejos tiempos que se iban a acabar con todo esto.

Por eso, porque no se hace evidente el cambio y porque nos dejan con más dudas que las que teníamos antes de su aprobación, he tenido que usar esos signos de interrogación en el título. ¡Qué grato habría sido poner esas dos palabras como una afirmación!