domingo, 8 de julio de 2007

El debate

Respeto mucho el comentario de andean, como todos los comentarios, pero disiento con él. La Asamblea es ya un hecho y creo que, aunque seamos pesimistas con respecto a sus resultados (me incluyo entre los pesimistas) debemos debatir sus contenidos. Al Gobierno se la ha venido pidiendo, e incluso exigiendo, que presente propuestas, y ahora que lo ha hecho creo que es nuestra responsabilidad discutirlas, debatirlas, para mejorarlas si es posible o descartarlas si es necesario.

Lo mismo deberíamos hacer con todos los grupos políticos y sociales que están interesados en participar en la Asamblea. A todos debemos exigirles que presenten propuestas y todas estas debemos debatirlas detenidamente.

Le invito al estimado amigo andean y a todos los participantes de este foro a dar pasos para acabar con ese carácter no dialogante de nuestra sociedad, que destaca en su nota. Tenemos la oportunidad de hacer del diálogo el instrumento central de nuestra acción. Caminemos por esa vía.

4 comentarios:

j_major dijo...

me parece irresponsable, como ciudadanos, dejarnos llevar por escándalos coyunturales y dejar pasar el debate central -IMPORTANTE- de este y los próximos años: la forma de nuestro pacto social.

voluntarios? bueno, yo paso al frente.

ya que vamos a comenzar por la parte dogmática, me parece muy aventurado el afán del gobierno de cambiar por cambiar para ajustar nuestra constitución a lo "último de la moda" en teoría constitucional. a diferencia de productos consumistas, una teoría debe ser aceptada no apenas sale "al mercado" sino después de que los años y las críticas la hayan reposado y mejorado.

dentro de los fines del Estado hace falta incluir su deber de garantizar el ejercicio de libertades y el cumplimiento de derechos.

en cuanto ya a la simple redacción del texto, la propuesta afirma tener 4 ejes (los enlistados en el orden de discusión) pero a medio trabajo me aparece un eje "estructura del estado e instituciones públicas" donde entra la fobia a las fundaciones municipales y la "estatización" (?) de notarías y registros.

pero en fin...

de regreso a los ajustes dogmáticos, celebro y felicito el volver a poner en el artículo 1 que el Ecuador es un Estado LAICO. Ojalá vayan pensando en declarar inconstitucional la presencia del arzobispo de Quito en entes como la Junta Consultiva de RR.EE. y en retirar a la virgen del Quinche su calidad de "madrina" de la fuerza pública.

un efecto explícito de la recuperación del laicismo, será poder garantizar en los contenidos académicos el laicismo y el respeto a la diversidad. lamentablemente se desliza un error: el plural de PENSUM en latín es PENSA.

dos ideas dejo para después:
1) las definiciones de familia también tienen error, aunque la intención es buena
2) ampliar los derechos políticos a extranjeros? qué idea para peligrosa! será que el próximo presidente será mexicano?

CARLOS FABARA ● Democrat for City Council dijo...

Sr. Pachano:
Suguiero que cuando usted escriba de los comentarios como de "andean", por ejemplo, creen un link para poder uno ir inmediatamente a esos comentarios. Sin eso no podemos saber que dijo, y no podemos ni estar de acuerdo o no con lo que usted dice, para responder y seguir pasandonos la bolita.
Saludos,
Carlos Fabara
RadioEcuatoriana.com

Anónimo dijo...

COMENTARIO PRIMERO

En la parte dogmática se debe plantear, como en la constitución chilena (Bases de la Institucionalidad) o en la constitución ecuatoriana vigente (Principios Fundamentales), los antecedentes fundamentales a través de los cuales la institución nación tiene su razón de existencia. Pero debe ser hecho de forma simple para evitar las malas interpretaciones y desviaciones (algunas veces perversas). Cito como ejemplo el primer párrafo de la constitución estadounidense porque creo que podría ser copiado casi literalemente:

NOSOTROS, los ecuatorianos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer Justicia, afirmar la tranquilidad interior, proveer la Defensa común, promover el bienestar general y asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la Libertad, estatuimos y sancionamos esta CONSTITUCION.

Añadiría: La NACIÓN está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, el cual se origina en los miembros de la comunidad adscrita; a los cuales denominaremos de ahora en adelante CIUDADANOS.

El primer párrafo habla por sí solo y su solidez conceptual ha sido corroborada con el transcurso de los años. En segundo párrafo he extendido la definición de bien común y anclado su origen en los ciudadanos. Esta corrección es indispensable para evitar la dictadura del colectivo sobre el individuo; problema que han encarado todos los países comunistas y que sufren muchos países de corte socialista (especialmente en Europa). Así la definición de bien común deja de correr el riesgo de convertirse en propiedad de cualquier aristocracia (eclesiástica, económica, política,…).

He ahí, los razones para la creación, los antecedentes. Deben proseguir los principios fundamentales. Los cuales deben ser de lo más reducido por cuestiones prácticas porque es probable que el universo social lleve a realidades en las cuales se confrontarán principios fundamentales. Mientras más principios existan, mayor es la probabilidad de confrontación. Por otra parte, mientras más principios fundamentales se incluyen, mayor es la posibilidad de exclusión de grupos; los principios fundamentales (pocos, o muchos) deben ya ser parte de nuestra conciencia social para asegurar la funcionalidad de la Constitución que no es un perorata de intenciones sino un convenio de voluntades.

Sugiero algunos principios fundamentales:

- Libertad: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben asumir las responsabilidades inherentes, conforme a esta Constitución.

El Estado no hará ley alguna por la que adopte una creencia como oficial del Estado o se prohíba practicarla libremente, o que coarte la libertad de expresión, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la reparación de agravios.

No por el hecho de que la Constitución enumera ciertos derechos ha de entenderse que niega o menosprecia otros que retiene el pueblo.

He copiado la primera declaración de los derechos humanos, pero he alterado la romántica responsabilidad de fraternalismo por un juego dialéctico que consideró más eficiente. Toda libertad lleva consigo responsabilidades inherentes; eso es aquello que la diferencia del libertinaje. Por eso también he establecido límites de autoridad al Estado.

- Seguridad: Todo individuo, desde su nacimiento, tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona; sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado. Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Constitución y contra toda provocación a tal discriminación.


He copiado en gran parte los artículos de los derechos humanos. Hablo de derechos fundamentales sin distinciones, pero evito la utópica (e inaplicable) proposición generalista de igualdad. En cuanto al derecho a la vida, he meditado muchas veces antes de incluirlo; el derecho a la vida viene con el derecho a defenderla, lo cual abrirá la posibilidad de roces sociales entre individuos y conjuntos de individuos. Este derecho es tan amplio como la definición de vida; un concepto que evoluciona con la toma de conciencia. ¿Qué es vivir?, ¿Qué es vida?

- Democracia: La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es la base de la autoridad de esta Constitución.

Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.

Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.

La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.


He esbozado tres derechos fundamentales: libertad, seguridad y democracia. No he inculcado ninguna tergiversación ideológica. Creo que a partir de lo presentado ya se puede divisar las consecuentes obligatorias en otros aspectos, como educación, salud, partidos políticos, o propiedad de bienes. Asuntos que han de ser tratados de forma científica (en el sentido amplio: formal, natural y social) para aplicar los principios fundamentales.

Lo que ha de venir a continuación, todavía dentro de la parte dogmática, son la definición de nación y de ciudadano. Pero antes, se debe establecer niveles de compromiso cívico. Creo que lo mencionado hasta ahora debe ser inalienable; es decir que nadie podrá alterarlo. Aunque si son previsibles enmiendas por extensión. En estas enmiendas se pueden incluir temas como el derecho a la educación fundamental y la obligación del Estado para proveerla.

Las enmiendas también deben ser rígidas, pero un poco menos que los principios fundamentales. Me parece conveniente que las enmiendas sólo puedan ser incluidas, derogadas, o modificadas por plebiscito nacional.

Con estos breves comentarios he esbozado un ejemplo de niveles de compromiso cívico. En el caso de los principios fundamentales el compromiso es absoluto. En el caso de las enmiendas, la facultad de modificaciones mediante plebiscito prevé cierta flexibilidad (pero impide la manipulación parlamentarista).

Hago estas anotaciones antes de abordar los temas de nación y ciudadanía porque actualmente vivimos una metamorfosis en ambos conceptos; talvez sin similares históricos. La globalización, más allá del aspecto ideológico-económico, está generando embriones de naciones futuras. Conceptos como territorio e idioma talvez se vuelvan obsoletos para definir a una nación. Desgraciadamente no poseemos una bolita mágica para adivinar lo que vendrá en pocas décadas. Así, considero que si bien lo óptimo sería plantear los conceptos de nación y ciudadanía como principios fundamentales, en nuestra Constitución (por el momento histórico mundial) se planteen como enmiendas.

Sé los riesgos que conlleva dejar estos cabos sueltos; hasta siento escalofríos. Pero no me puedo negar a una realidad evidente, frente a la cual no poseo soluciones mágicas. En este aspecto el pasado deja de ser útil referente porque jamás se dieron intercambios culturales, migratorios y laborales como ahora. El tema es discusión de muchos foros internacionales, nadie sabe nada, todos observan y especulan. Para mí, la solución la tienen los ciudadanos ecuatorianos por venir. Ellos sabrán en su momento cuando y cuales compromisos deberán convertirse en absolutos. El Ecuador no es sólo un país de emigrantes; en mi sangre hay de español, de judío, de negro, de indio; en mi familia hay de árabe, de chino, de gringo. Y les aseguro, no hay nadie más ecuatoriano que yo.

Prefiero hacer a un lado los miedos y dejar esos cabos sueltos porque tengo la esperanza de que esos hijos de ecuatorianos en el exterior; que esas parejas extranjeras de ecuatorianos, que esos inmigrantes turcos, libaneses, israelitas, chinos, africanos, europeos, rusos,…; y quien sabe cuántos más de los que pueden llegar a amar al Ecuador sabrán plantear una mejor nación y ciudadanía ecuatoriana. Mi esperanza no es infundada, ya he convivido con chilenos y colombianos que al haber sido acogidos favorablemente por el Ecuador me han enseñado a ser un mejor ecuatoriano. Las anécdotas son hermosas; recuerdo una mujer colombiana quien salió de su país con sus dos hijos y después de su divorcio. Nos enseñó a alegrarnos sinceramente por los éxitos deportivos de los ecuatorianos en el exterior, nos enseñó a cuidar nuestro barrio, a cuidarnos de las drogas,… nos enseñó tanto. Podría citar belgas, estadounidenses, suizos,… tantos gringos ‘locos’ que se merecen nuestro reconocimiento.

El Ecuador es una nación que recién se está formando. El esparcimiento poblacional, la heterogeneidad cultural, los accidentes geográficos, nos han mantenido separados. Por eso el valor de ese viejo tren; por eso nuestros regionalismos y clasicismos. Pero, poco a poco, las experiencias históricas nos van demostrando que somos mejores cuando unidos. No obstante, aún nos falta un trecho por recorrer para encontrar a ese ecuatoriano ideal. ¿Quién sabe que idioma hablará?, ¿Dónde habrá nacido?, ¿Qué credo predicará?... Lo que si podemos anticipar es que amará ser ecuatoriano. Lo que sí sé es que ha de ser más ecuatoriano que yo.

Aunque no poseo una propuesta clara, quien desee ser ciudadano ecuatoriano ha de demostrar que ama al Ecuador. A más de los atenuantes y agravantes sociales, étnicos y culturales, deberá demostrarlo con su servicio ciudadano. El caso de la obtención de la nacionalidad israelita por parte de muchos residentes en el extranjero pudiese contribuir dándonos cierta claridad en las propuestas. En ese país de la guerra eterna, el servicio militar obligatorio es la muestra de servicio ciudadano. Nosotros, con base en la Constitución sabemos que nuestra batalla es por el bienestar común. Las adaptaciones de los servicios militares en algunos países europeos nos ilustrarán con ejemplos factibles. Así, si un chino, o un refugiado colombiano, (por ejemplo) desean aplicar a la ciudadanía, deberán realizar el servicio ciudadano. Hay tanto por hacer en tantas áreas, que aunque pueden incluir la defensa nacional, no se limitan a algo tan escueto. Este servicio ciudadano ha de ser ineludible (aunque postergable); ni mujeres, ni hombres, ni jóvenes, ni viejos, ni discapacitados podrán librarse de él. Cualquier persona con capacidad laboral estará obligada a cumplirlo. También de esta manera se aspiraría dar al ecuatorianismo una esencia espiritual y no material. Se impediría la compra-venta de ciudadanía que vende la ecuatorianidad a un acaudalado y se la niegan a un refugiado que necesita una Patria.

Esta proposición ofrece algunos atractivos. Por ejemplo, si un joven, al cumplir su mayoría de edad decide posponer su servicio ciudadano porque desea continuar sus estudios universitarios, si deja de estudiar no tendrá excusa (al menos que encuentre otra válida, como ser el sustento familiar) y deberá realizar su servicio ciudadano. De concluir sus estudios, la nación contará con un profesional que deberá aún realizar su servicio ciudadano; sea como profesor, médico, ingeniero, diseñador de páginas web, contador, estilista,…

En mi próximo comentario, después de haber leído y meditado más (y mejor) he de presentar propuestas más claras sobre los conceptos (o fundamentos) de ciudadanía y nación. Lo que deseo dejar claro, como proposición, es que son los conceptos de responsabilidades acordadas aquello que deben fundamentar los contratos sociales de las naciones futuras y no los simbolismos materialistas.

Unknown dijo...

Estimado Simón Pachano:

Con todo respeto, me hago eco de lo que dice CarlosFabara.com y creo que si se debe dar a conocer mi posición, que no es solo mía, es de muchos ecuatorianos que ya comenzamos a pasar hambre por la campaña electorera de de los candidatos a asambleístas y más por la campaña desmedida y descarada y desleal del Señor Correa a favor de sus “ideas de reforma”. Esta campaña electoral igual que otras desacelera la economía y en especial esta no ha desacelerado, la ha parado es decir ha paralizado los negocios, esto es una craza irresponsabilidad. Ahora tenemos una grave interrogante por delante ¿Qué va ha pasar? Se juega el futuro del país esa es la razón principal de la debacle económica que sufre este rato el país, añadiremos los exabruptos diarios.

Por lo pronto ya no tengo clientes pues ellos no quieren invertir, estoy de vacaciones obligadas. Pregunto: ¿Qué hago?: Simple, luchar contra un Presidente populista y paranoico. Queremos vivir en paz y trabajar en paz, estabilidad no nos ha dado, ni nos dará el Presidente actual. Creo que debe irse, su gobierno ha fracasado.

Por ejemplo, si yo propongo que el voto no sea obligatorio con la finalidad de purificar la democracia al máximo para que solo vote el ciudadano consciente, estoy seguro que algunos aprendices a políticos se van a oponer y otros de izquierda también, esta propuesta considero que sería la cortapisa para que no vuelvan populistas corruptos como los últimos presidentes que hemos tenido y a los politiqueros no les gustará dicha propuesta de ello estoy seguro.

* De todas maneras Simón estoy dispuesto a analizar y estudiar la propuesta del gobierno para debatir con ustedes como persona civilizada en el campo del diálogo bien entendido, hasta cuando no tenga dinero para seguir pagando al proveedor de Internet.

Saludos cordiales.

Pedro