miércoles, 13 de febrero de 2008

Remuneraciones (¿final?)

Vale la pena seguir tratando un tema de tanta importancia. Al respecto solamente me gustaría hacer dos observaciones muy cortas.

Primera, cuando comparamos el salrio de un funcionario público con el del presidente de la República debemos incluir en este último todos los beneficios adicionales que tiene (justificada y merecidamente) por su cargo. Alimentación, transporte (vivienda, cuando se radica en el Palacio de Gobierno y cuando viaja en representación del país) y gastos cotidianos no salen de su sueldo. Por tanto, lo que recibirá cualquier funcionario público será bastante menos que lo que en realidad recibe el Presidente.

Segunda, la necesidad de reducir el número de funcionarios públicos -eliminando los puestos innecesarios- no puede confundirse con la reducción de las remuneraciones de los que deben quedar porque son necesarios para la marcha del país. Por el contrario, es necesario garantizar un ingreso digno, de acuerdo a las necesidades de cualquier persona y en niveles similares a los de la empresa privada. Una de las claves del desarrollo europeo -no la única ni seguramente la más importante, por supuesto- se encuentra en la concolidación de un sector público altamente capacitado y bien remunerado, al que se le puede exigir muy fuertemente el cumplimiento de sus obligaciones.

1 comentario:

grgh dijo...

Mi estimado don Simón! Me parece que el tema que estamos tratando son las 'remuneraciones'. Todo cargo pùblico o privado exige en el ejercicio de sus funciones el cumplimiento de tareas inherentes a ellas. Es evidente que estas tareas demandan gastos para ser cumplidas que, lógicamente no pueden salir del 'bolsillo' del funcionario que las cumple. La remuneración implica el pago por el cumplimiento de las funciones, mas el costo de éstas no pueden debitarse del rubro 'remuneración'.
Por otro lado, es evidente que a mayor jerarquía del cargo, insisto público o privado, mayores serán las labores que se vea obligado a cumplir el funcionario.
Me resulta bastante difícil imaginarme al Presidente de la República, pagando arriendo en Carondelet!
En lo referente a su segunda puntualización, estoy de acuerdo con usted.